El de Punta Arenas se encuentra en la entrada de la ciudad y, además de poseer un valor arquitectónico singular, guarda los restos de los pioneros y las principales familias que dieron origen a toda la población de la región.
Integrado al patrimonio urbano, este cementerio fue fundado en 1894 y reemplazó el anterior, que se ubicaba en lo que hoy es la plaza José de los Santos Mardones.
En el terreno concedido por el gobierno, el ingeniero Fortunato Circutti construyó en 1919 el magnífico pórtico y los muros perimetrales que donara doña Sara Braun y, por ello, este lleva su nombre.
Según cuentan los pobladores, cuando la benefactora de la ciudad donó el pórtico, manifestó su deseo de ser la única en ingresar por aquella entrada, que luego sería sellada. Cierto o no, al morir los restos de Sara Braun entraron al cementerio por la puerta principal que da a la capilla, que es el cuerpo central del pórtico. Desde ese entonces, aquella puerta no ha sido utilizada y, por acción del tiempo, la corrosión de los herrajes terminó por inutilizarla. Quizás haya sido el último deseo que su tierra austral le cumplió a la noble señora Braun.
Silencio en el parque
La fachada fue decorada por el artista Pascual Borich, quien esculpió las coronas y otros detalles decorativos.
Su parque celosamente cuidado invita a sus visitantes al recogimiento. En las avenidas crecen los cipreses europeos que le dan un aire inglés, con espacios abiertos y tranquilos. En las calles interiores, se erigen los mausoleos ornamentados con diversos estilos y con terminaciones en mármol, bronce y esculturas forjadas en hierro.
Las capillas que más sobresalen datan de las tres primeras décadas del siglo XX y pertenecen a las familias aristocráticas de la región. Allí descansan eternamente los restos de los Menéndez-Behety, Braun Hamburger, Blanchard, Kusanovic, Menéndez-Montes y de Sara Braun.
Diversas instituciones construyeron también sus edificaciones, como las sociedades mutualistas, las colonias extranjeras y los salesianos, cuya capilla fue diseñada en 1902 por el padre Juan Bernabé.
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Para tener en cuentalejos de prejuicios y supersticiones, el cementerio es un lugar histórico muy visitado por los viajeros. Vale la pena animarse a entrar y recorrerlo.