Paseos y excursiones:
Arenas del tiempo
Marcelo Sola Marcelo SolaAl sur de Concón visitamos el campo dunar, un santuario de la naturaleza que se generó hace millones de años, un sitio único que nos cuenta del pasado del borde costero chileno.

En una mañana gris, con un sol que aún no se animaba a salir, decidimos realizar una caminata por el famoso campo dunar de Concón. Ubicado en la punta sur de la ciudad, a escasos kilómetros del centro, se logra acceder a él a través de distintos caminitos que suben desde la costa, al costado de la ruta. Por su altura, supimos que al llegar arriba encontraríamos una grandiosa vista panorámica de la ciudad y del océano Pacífico.
Este paisaje se generó en el período Cuaternario, hace unos 25 millones de años. La particularidad de este campo dunar radica en que está constituido por dunas antiguas “colgadas” sobre terrazas marinas que se encuentran separadas por un acantilado rocoso.
En su aspecto geológico, son consideradas un sitio único porque participaron en su formación factores climáticos, petrográficos, hidrográficos, topográficos, oceánicos y fitogeográficos que son irreproducibles hoy en día. Tanta es la importancia del campo dunar de Concón que el 5 de agosto de 1993 fue declarado Santuario de la Naturaleza.

Subirlo es una experiencia en sí misma. Al principio es un tanto empinado, pero a medida que se va ganando altura, la duna tiende a recostarse. Al recorrerlo logramos apreciar distintas huellas de aves, mamíferos y reptiles que habitan en la región.
Hay quienes afirman que este territorio es el último vestigio del desierto florido del norte de Chile.
La caminata se hizo intensa. Lo ideal en esta clase de terreno movedizo es ascender mediante un recorrido zigzagueante. Al llegar a lo alto de la duna, descansamos nuestra vista en la infinita línea del horizonte que parecía hermanarse con el mar. Observar la inmensidad de los médanos nos hizo sentir que estábamos en medio de un gran desierto.

Luego de unos instantes de contemplación, recorrimos distintos recovecos del campo dunar y comenzamos a descender. A lo lejos alcanzamos a divisar a unos jóvenes practicando sandboard sobre una empinada bajada de arena. Sin duda, el santuario de la naturaleza de Concón se ha transformado en un territorio vivo para los habitantes y visitantes de Concón, Reñaca y Viña del Mar.
Al bajar de la gran duna, nos enteramos de que hay intereses económicos importantes para transformar este santuario natural en un sector inmobiliario de departamentos con vista al mar. Esperemos, por el bien de su frágil ecosistema, que todos los que están interesados en su preservación unan el pensamiento para promover un desarrollo apropiado en el sector y de este modo garantizar su permanencia como patrimonio geológico, ecológico y social. Nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos nos lo agradecerán.


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