En una pequeña sala, nos presentó su telar chamantero y accesorios: una paleta de madera de corazón de espino, muy dura, que permite trabajar sin enganchar el hilo; un pequeño huso complementa el tejido. Todos los elementos tienen un pulido particular por la cantidad de hebras que han pasado por ellos.
Pudimos observar cómo la tejedora aprestaba el hilado para pasar la paleta y luego apretaba el tejido formando la trama, que es el secreto de su calidad inalterable. La preparación del telar y la ubicación de los hilos con que se inicia el tejido es lo que lleva más tiempo. Algunos dibujos se repiten desde tiempos inmemoriales y otros son producto de la imaginación de la tejedora sin uso de patrón previo.
Tanto el chamanto como la manta son ponchos rectos de una sola pieza que se apoyan en los hombros del huaso y llegan hasta la cintura. Muchos años atrás, se usaban embarrilados por su forma más angosta abajo. Pura coquetería.
El chamanto manifiesta labores varias, dibujos hechos en el telar a la par que se teje: copihues (flor nacional chilena), hojas de parra, etc. Los huasos sólo los lucen en los días de gala. En cambio, la manta es lisa y con una vista alrededor. Están tejidos con un delgado hilo semi brillante, importado, de muy buena calidad. El dibujo es reversible y está orillado por una huincha o cinta del mismo tejido que sujeta la pieza. La confección de la prenda es por encargo y lleva varios meses de tarea dependiendo de la dedicación de la chamantera.
El origen de estos tejidos se remonta a casi doscientos años. Aun hoy se consiguen algunos ejemplares de esos chamantos que demuestran la calidad y firmeza del tejido. Aquellos eran más largos y se usaban para protegerse del frío. No hay escuelas para aprender el oficio: los secretos del telar se pasan de generación en generación.
Con total sencillez, la señora Julia nos hizo conocer la réplica de la casulla que tejió para el papa Juan Pablo II cuando visitó Argentina y Chile en el año 1987, con el mismo método de telar con que se tejen los chamantos. Vemos en las paredes de la casa el momento en que le hace entrega en mano a Juan Pablo II del obsequio junto con el párroco de Doñihue. Hay otras fotos que la muestran trabajando en la casulla y un certificado llegado desde el Vaticano a su nombre agradeciendo la gentileza.
No pudimos dejar de comparar la tranquila y simple tarea de la chamantera con la fuerza y distinción de las colleras en medio del trabajo del rodeo. Ambas presencias son imprescindibles en las medialunas donde huasos chilenos corren los rodeos.
Ubicación
Características
Tipo de tourContemplativo
Extras
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Cómo llegarSon 21 kilómetros de excelente carretera desde la ciudad de Rancagua, que corre paralela al río Cachapoal, pasando por Lo Miranda.