Paseos y excursiones:

"Te declaro mi amor, Valparaíso"

Una caminata que nos conecta con la historia y las vistas más hermosas de la ciudad. Recorrimos su centro histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

Ubicada frente a la inmensidad del océano Pacífico, Valparaíso es una de esas ciudades difíciles de olvidar. Su morfología característica, su arquitectura, sus medios de transporte, sus colores vivaces y su vida de cara al puerto hacen que el viajero se enamore de este terruño de la misma forma en que lo han hecho reconocidos poetas, escritores, pintores y artistas.

El centro histórico de Valparaíso fue declarado en el año 2003 Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Esta importante designación implica que la “Joya del Pacífico” – como se la conoce popularmente – ha tenido un reconocimiento universal como una riqueza de invalorable significado desde su punto de vista arquitectónico, histórico, antropológico y cultural.

En nuestra visita por la ciudad quisimos recorrer las callejuelas del centro histórico y así conocer fehacientemente los méritos para tal designación.

Nuestro punto de partida fue la plaza Sotomayor. En ella observamos el Monumento Prat que representa a los héroes del combate naval de Iquique. Detrás se erige el edificio de la ex-intendencia, hoy sede de la Comandancia en Jefe de la Armada de Chile.

Doblando hacia la izquierda, encontramos el Palacio de los Tribunales y el ascensor El Peral. Luego de abonar una pequeña suma de dinero, lo abordamos para subir hasta el cerro Alegre, donde se encuentra el Paseo Yugoslavo. En este punto nos encontramos a 45 m.s.n.m. Se obtiene una vista del puerto fascinante. El lugar se encuentra rodeado de construcciones de principios de siglo XX. El sentido de la vista se siente apabullado por la infinidad de casas de diferentes colores que parecen pender de un hilo sobre el empinado cerro.

Continuamos la marcha, siempre a pie, pasando frente al Museo de Bellas Artes en el Palacio Baburizza, que posee cuatro pisos y está construido en estilo art nouveau.

Subimos por la calle Montealegre y en Leighton, esquina Miramar, descendimos por el angosto pasaje Bavestrello hasta la calle Urriola. En este punto nos sentimos en medio de un laberinto, entre casas antiguas y escaleras que suben y bajan. Luego hay que cruzar el pasaje Gálvez, que se inicia con una empinada escalera. Luego de recorrer cuatro cuadras, dimos con la calle Papudo, donde se encuentra el Paseo Gervasoni. Al caminar fuimos observando las casas de fachadas lisas y de múltiples colores. En este sector se encuentra una importante cantidad de pequeños hoteles y restaurantes.

En el Paseo Gervasoni nos tomamos un tiempo para respirar y admirar el mar desde el acantilado, que se encuentra cercado por una reja de hierro forjado. Los minutos de contemplación parecen eternizarse, pero la marcha se reanuda con rumbo a la Casa Mirador de Lukas y al ascensor Concepción. Esta particular casa-mirador presenta una exposición permanente de 300 obras realizadas por el dibujante Renzo Pecchenino Lukas, que dan cuenta de la historia de la ciudad.

Pasamos frente al ascensor Concepción, pero no lo tomamos, sino que continuamos por la calle Papudo hasta llegar al Paseo Atkinson. Este punto permite contemplar todo el borde costero, desde Viña del Mar hasta Valparaíso, los cerros que ciernen a la ciudad y una importante vista del centro comercial. Las casas de la región poseen un pequeño antejardín, fachadas lisas forradas en zinc y amplios ventanales de guillotina, fiel reflejo de los gustos de sus antiguos dueños de origen inglés.

Desde este punto se tiene una hermosa vista de la plaza Aníbal Pinto y por sus alrededores se encuentran las iglesias luterana y anglicana.

Nosotros nos detuvimos a descansar y a observar el lento y anacrónico movimiento de la ciudad desde el patio del reconocido hotel-restaurante y pub Brighton. Este sitio se caracteriza por su arquitectura victoriana y por ser una construcción realizada con materiales reciclados de antiguas construcciones. Su terraza queda suspendida sobre la ciudad portuaria y aquí recomendamos tomar una café o pedir una colación para recuperar energías mientras se siente la leve brisa del Pacífico deslizarse sobre el cuerpo.

Para culminar, se puede regresar al paseo Gervasoni y tomar el ascensor Concepción, que culmina en la calle Prat, o bien llegar a la calle Almirante Montt hasta el paseo Dimalow, para bajar por medio del ascensor Reina Victoria que llega hasta la plaza Aníbal Pinto.

De esta manera recorrimos el centro histórico de la ciudad. Al hacerlo no sólo observamos sus casas, paseos o plazas, sino que también descubrimos la idiosincrasia y modos de vida de los habitantes de Valparaíso, que casi mecánicamente se mueven por este museo al aire libre donde pasado, presente y futuro parecen fundirse en uno sólo para que la magia del lugar continúe enamorando al visitante que se anime a recorrer la famosa “Joya del Pacífico”.

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