Allí, la arena desértica fue reemplazada por el color adobe que se adueñó de calles, casas y de todo aquello que el visitante pueda imaginarse.
Un pueblito, decenas de excursiones
La sensación que el visitante obtiene al caminar sus calles es indescriptible. Todo se ve marrón, desde los hostels y restaurantes hasta las agencias de viaje y excursiones, donde todos los días cientos de turistas deciden si irán a visitar los géisers del Tatio, el Valle de la Luna o si emprenderán el ascenso a alguno de los grandes volcanes que le hacen sombra a la ciudad.
Un marrón color adobe se encargó de teñir todo. Los únicos que no han copiado esta moda son la histórica iglesia, la Municipalidad y la plaza principal. Todo lo demás ha quedado amarronado. Maravillosamente amarronado.
Es considerada la capital arqueológica de Chile. Los desiertos que la rodean, al igual que sus salares y los pueblos originarios que al día de hoy se conservan intactos, la han convertido en los últimos años en uno de los destinos preferidos para el turismo arqueológico y antropológico.
De la Muerte a la Luna
Pucarás como el de Quitor y Catarpe nos permiten viajar en el tiempo y encontrar vestigios del pueblo atacameño que habita la región desde hace más de 10 mil años.
Hoy, estas comunidades se hallan integradas al desarrollo turístico con que cuenta la zona. Se pueden recorrer en bicicleta o bien caminando, ya que no están a grandes distancias de la ciudad.
El valle de la Luna y el valle de la Muerte son una muestra de este desarrollo de las comunidades. El primero fue declarado “santuario de la naturaleza” y es conocido por su aspecto morfológico por cada uno de los turistas que llega hasta San Pedro. Cuando hay luna llena, el espectáculo natural se vuelve multitudinario.
El Valle de la Muerte es un gran médano ideal para practicar deportes de aventura, como parapente y sandboard, y todos los días parten trekkings que nos llevan hasta sus finas arenas.
La ciudad de San Pedro de Atacama es chica, pero es su mínima esencia la que la vuelve inolvidable. Edificios históricos como su iglesia y plaza principal o su transitada calle Caracoles nos hacen sentir como si estuviéramos dentro de un cuento de García Marquez. Aquí, el realismo mágico se respira en forma constante.
Volver a Calama
Todo transcurre cíclicamente; hay velocidad todas las mañanas antes de que los turistas se suban a alguna de las excursiones, pero reina la calma chicha a la hora de la siesta o al atardecer.
Antes de que el sol se apague todos se encuentran mirándolo en el Valle de la Luna. Con la llegada de la noche, la calle Caracoles vuelve a tomar velocidad hasta que llegan las 12 y, por una ordenanza municipal, como le ocurre a Cenicienta, todos deben irse a dormir.
Los bares, pubs y hostels comienzan a apagar sus sonidos y voces y sólo algunos turistas caminan deambulando por las bellas y pacíficas calles. La mayoría de los visitantes ya se ha ido a dormir, dejando a la pequeña San Pedro desértica.
Es hora de volver a Calama. Una ciudad que a estas altas horas de la noche duerme serena, porque sabe que mañana deberá madrugar.
Ubicación
Características
Duracióntodo el día, con la posibilidad de pernoctar en San Pedro
Dificultadbaja
Tipo de tourcontemplativo
Extras
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Para tener en cuentaEl camino que divide a Calama de San Pedro de Atacama es una línea recta. Ambas localidades son dos oasis que, desierto mediante, se encuentran distantes a casi un centenar de kilómetros, por lo que en menos de dos horas se los puede unir sin ninguna dificultad. En ambas ciudades hay bencina.