Paseos y excursiones:
Ascenso al volcán Chillán
Pablo Etchevers Jorge GonzálezA caballo, caminando o bien con las aerosillas que llevan hasta el volcán, llegar a las fumarolas es uno de los paseos imperdibles para el visitante que se encuentra en esta región.
Hay que amanecer allí para entenderlo. Es durante las primeras horas de la mañana que la temperatura ambiente, que a esas horas es encuentra fría, deja ver en la ladera de la montaña un grupo de geisers que lanzan vapor hacia el cielo, como si se tratara de una fumata bendita que algo quiere decirnos y que con el calor del mediodía decide callar. Sólo cuando llega el ocaso y las temperaturas bajan, vuelven a encenderse.
Durante los meses del verano, distintas excursiones parten desde el Gran Hotel Termas de Chillán, así como también desde las inmediaciones del valle Las Trancas, caminando, a caballo o bien con aerosillas para apreciar este fenómeno desde algunas de las pistas de esquí que llegan a ellas.
El circuito de ascenso atraviesa un terreno negruzco por la presencia de piedras volcánicas. La observación de flora y fauna del lugar junto a otros atractivos, entre los que se destacan el colorido particular de las propias montañas, se van sucediendo.
Caminata al volcán
Otro de los paseos imperdibles es una caminata o trekking hacia la cumbre del volcán Chillán.
Desde la base del Gran Hotel se debe tomar una de las aerosillas que parten prácticamente desde el hotel hasta las distintas pistas de esquí y desde allí emprender, acompañados de un guía, una caminata de 2 horas y media hasta la cumbre de este hermoso accidente geográfico.
A medida que transitamos el sendero, es posible, además de apreciar las cumbres más altas de la cordillera de los Andes, sorprendernos con el vuelo de grandes pájaros como las águilas y los cóndores. Pero también, en un plano mucho más terrenal, es posible encontrarse con pumas, zorros y liebres, cuya presencia es descubierta muchas veces por sus huellas que quedan marcadas tanto en tierra firme como en la nieve.
A pocos metros de llegar a la cumbre, la majestuosidad del paisaje y de la vista panorámica que allí se obtiene se vuelve única.
A nuestra izquierda, las fumarolas continúan mostrando los vestigios del calor que fluye del fondo de la tierra y que el hombre no llegará jamás a comprender del todo. En esto descansa el encanto de la madre Naturaleza.
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