Paseos y excursiones:

Cristalinas aguas del lago Atravesado

Llegamos hasta la orilla misma de un lago que toma de la vegetación aledaña su color verdoso y ostenta la agradable sorpresa de tener una excelente orientación solar.

¿Quién se resiste a la tentación de conocer un circuito en el que montañas, lagos y verdes intensos son protagonistas? Nuestra respuesta fue viajar por el valle Simpson y ser parte de una experiencia que nos sedujo desde su nombre mismo.

En las cercanías de Coyhaique, la geografía cordillerana presenta infinidad de espejos de agua de origen glaciario que se han amoldado a los cordones montañosos y cañadas. A su vez, los campos, impregnados de humedad, se hicieron muy fértiles.

Desde la ciudad, tomamos la Carretera Austral hacia el Sur en nuestro vehículo y anduvimos unos kilómetros admirando el caudaloso río Simpson, sobre el cual se asentaba una zona residencial muy extensa. Así, llegamos a una rotonda en la zona del cementerio y la dejamos hacia la izquierda.

Un cartel nos guió hacia el lago Atravesado. El camino era de ripio y las montañas al fondo nos mostraban su poderosa presencia, ya que la zona es muy abierta y sin vegetación importante. Se hace imposible explicar esa inmensidad.

El paisaje fue variando mientras transcurrían los kilómetros. Encontramos grandes extensiones de campos sembrados y muchas vacas trasladándose despaciosamente por el terreno. Corrales, enseres de campo, algunos campesinos dedicados a sus tareas diarias fueron la compañía en esos momentos.

Llegamos a una cascada y fue inevitable bajarnos del auto para admirarla de cerca. La humedad generada por la caída de agua desde lo alto ofrecía una vegetación muy densa, grandes helechos y coloridas flores.

Pero no todo fue soledad en nuestro recorrido. Pasamos por el pueblo Villa Lago Atravesado que, para nuestra sorpresa, contaba con escuela, iglesia, alojamiento y lugar para aprovisionarse. Casas de madera muy coloridas y el tipo de vida que ya habíamos visto en pleno campo.

Levantando polvareda

Continuamos por el mismo camino con vegetación a ambos lados y un puente nos anunció un pequeño lago, el CEA, a nuestra derecha. A pesar del fuerte viento, vimos algunas personas que salían embarcadas a pescar y supimos que el lago es chico pero con buena pesca. Un camping agreste sin servicios complementa el lugar.

Entretenidos por lo que íbamos encontrando a nuestro paso, llegamos casi sin darnos cuenta al lago Atravesado. El camino corre paralelo a él, con lo cual pudimos conocerlo en toda su extensión. Aquí las casas eran de otro estilo, más residenciales, con sus propios embarcaderos y construidas en las lomadas.

Mucha tranquilidad y 360 grados de verde envolvían el entorno. Bajamos del auto para tener una vista más completa desde un mirador y sentimos el peso del silencio. Ninguno de los que veníamos viajando atinó a decir algo. Como si fuera necesario acompañar la paz del lugar.

Repuestos de esta imagen, seguimos adelante y hacia el final del lago descubrimos una angosta senda que llegaba en pocos metros a la costa del lago. Era algo que deseábamos hacer y que no habíamos logrado hasta el momento.

Reparados del viento, tomamos gaseosas y sándwiches. Aprovechamos para deleitarnos con aquella atmósfera diáfana. Estábamos increíblemente solos y sentimos lo que es no tener que compartirla con nadie.

De nuevo en el camino continuando hacia el valle Lagunas, un salto de agua más alto que el anterior apareció ante nosotros. Volvimos a descender del auto para verlo de cerca. Grandes rocas enviaban agua a borbotones y una leve llovizna envolvía todo a su paso.

Esta zona era muy boscosa, con enormes árboles y pocos pobladores. Notamos que había mucha leña caída en las inmediaciones, suponemos que fruto de las nevadas y vientos invernales.

Así llegamos hasta el lago Patrón sin que el entorno cambiara demasiado. Bosques impenetrables, lianas entre los árboles formaban un entretejido muy particular. Más cascadas y miradores desde donde darle un vistazo a las montañas mientras ya caía la tarde.

Una experiencia inolvidable que nos llevó a pensar en repetirla, quizás a caballo como nos habían sugerido antes de partir de Coyhaique. Para los amantes de la fotografía, lugares alucinantes que se multiplicarán en imágenes de esta zona del sur de Chile.

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