Continuamos en dirección al aeródromo Teniente Vidal y, en la primera bifurcación, a 12 kilómetros de Coyhaique, tomamos hacia la izquierda en el cartel que dice CEA. Cuatro kilómetros después llegamos al sector denominado Seis Lagunas.
El valle Simpson se presentó ante nuestra vista, imponente, con sus montañas nevadas como telón de fondo aún fuera del invierno. Sin mucha vegetación al inicio, pero dejando ver desde lo alto del camino esos espejos de agua que buscábamos. Estábamos en presencia de las Seis Lagunas.
Si más adelante veíamos algo nuevo, sería sorprendente. Pero esto era impactante de por sí y descendimos del auto para contemplarlo durante unos minutos y recordarlo para siempre.
Luego, el camino continuó angosto y con mucha más vegetación a ambos lados. Praderas muy verdes, extensas y muchos animales pastando. El mejor remedio para bajar los decibles de nuestra vida urbana.
Eligiendo bien
Cada vuelta del serpenteante camino era una sorpresa en sí misma. Así fueron apareciendo ante nuestra vista un poblador que arreglaba la cerca de su casa, una cascada y un grupo de vacas tomando sol y amamantando a sus terneros.
Varios establecimientos ofrecían su producción de fruta fina, mermeladas caseras, miel y productos de granja por estar en temporada de verano. Probamos y elegimos unos riquísimos dulces de estación que se veían gustosos.
Una pareja de jóvenes, con sus pequeñas mochilas al hombro, nos demostraron que una infinidad de senderos dan ocasión de realizar trekking. De esa manera era posible tener una mejor vista desde algún cerro cercano o investigar el inicio de un salto de agua de los tantos que abundaban en la zona.
Cuando en el cartel siguiente tuvimos la opción de continuar hacia el lago Elizalde, no lo dudamos. Antes de salir nos habían recomendado conocer sus aguas cristalinas, su extensa superficie y sus laderas muy altas.
Habíamos escuchado que era el paraíso de los pescadores. Nuestra intención no era pescar pero sí comprobar si las truchas eran tan apreciadas como decían. Queríamos saber, además, si existía la posibilidad de dar un paseo en lancha.
El camino acompañaba el lago en su extensión y pudimos observar sendas por donde andar a caballo o realizar caminatas. Presenciamos sus abruptos acantilados desde los que la vegetación se reflejaba en las aguas cristalinas dando la impresión de duplicarse.
En el sector de muelle, varias lanchas se aprestaban a iniciar la travesía y escuchamos decir a uno de sus ocupantes: “El Elizalde es tan generoso que siempre regresamos a casa con alguna trucha extraída de sus aguas”.
El río León desemboca en un extremo del lago formando la llamada Boca de León y también una playa muy amplia, llana y con pastos bien cortos. Cerca del muelle, varias familias pasaban allí su día de picnic.
Confirmamos la posibilidad de arrendar botes, bicicletas y caballos tanto en el camping como en la hostería. También era posible tomar una de las excursiones por el lago desde la Asociación de Pesca.
Habíamos realizado 33 kilómetros desde Coyhaique hasta alcanzar la costa del lago Elizalde, casi todo de ripio, pero de regreso teníamos la ocasión de acortar distancias y realizar un trecho importante por ruta asfaltada.
Tuvimos nuestro premio, ya que de esa manera conocimos una población muy bonita con construcciones de madera muy coloridas que se llama El Blanco. En seguida ubicamos la salida hacia la ruta 5 que nos llevó de regreso a Coyhaique.
Al inicio del día y antes del recorrido, nuestra inquietud se había centrado en conocer algo no visto previamente. Se cumplió con creces y quedamos maravillados por ese escenario impresionante que son los circuitos lacustres de Coyhaique.
Ubicación
Características
DuraciónEn verano, día completo. Llevar provisiones.
Extras
Imprimir este paseoDatos Útiles
Para tener en cuentaEs imprescindible contar con un buen plano de la zona, dado que algunas bifurcaciones carecen de carteles o las indicaciones no son legibles.
Hay cabañas,