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Buenas leches dan buenos quesos
Mónica Pons Eduardo EpifanioAún en nuestras vacaciones, podemos aprender algo nuevo. Muy cerca de La Junta, un establecimiento abierto al público muestra el proceso de fabricación del queso.
Las buenas pasturas de los campos de La Junta ofrecen excelente alimento a los vacunos y, por ende, las vacas producen una excelente cantidad de leche. Es natural, entonces, saber que aquí se hacen buenos quesos caseros.
Tuvimos ocasión de conocer una fábrica artesanal a sólo 15 kilómetros de La Junta. Por la Carretera Austral hacia el Norte, encontramos un cartel que indicaba el lugar. A la entrada, unas vacas pastando libremente por el campo verde nos recibieron sin inmutarse.
Christian Gallardo, su dueño, nos recibió y acompañó en la visita. Al Ingresar a la zona de elaboración, en una gran tina de acero inoxidable que contenía 600 litros de leche estaban realizando el primer paso del proceso: la pasteurización.
Esa materia prima provenía de su propio tambo de ordeñe mecánico ubicado allí mismo. El proceso de pasteurizado permite quitarle las bacterias positivas y negativas mediante cambios bruscos de temperatura por presión de vapor.
El resto del proceso lo escuchamos en la voz de Christian: “El paso siguiente es el agregado del cuajo. Este corta la leche logrando su coagulación. La masa que se logra se corta con una lira obteniendo un grano chico y homogéneo. Se le retira el suero y, con el agregado de agua caliente, el grano se seca”.
El siguiente paso es el agregado de salmuera y allí la masa de divide: parte de ella se procesa para obtener los quesos chanco o semiduros; la restante se une al orégano o ají para obtener quesos saborizados.
Pasamos a otro sector, donde se preparan los moldes en los cuales se ubica la masa y se la prensa durante 24 horas. Pasado ese tiempo, se retiran las hormas ya listas para el secado final en estantes que están en una zona oscura, ventilada y seca.
Todo el proceso es paralelo al tiempo de lactancia de las vacas que se alimentan de pastos naturales. El nabo forrajero o col guardados en silos sirven de complemento durante los meses en que faltan pasturas.
La fábrica es modelo de organización, muy limpia y prolija, y en ella trabaja toda la familia. Nada se desperdicia. El suero lo consumen los terneros y vaquillas como complemento de su alimentación.
La producción está certificada por las autoridades sanitarias y se vende en el mercado local y en la zona.
Buena excusa para llegarse hasta la fábrica aún durante nuestras vacaciones, especialmente si tenemos niños. Podrán aprender casi jugando cómo se elabora el queso que comemos a diario y nosotros, los adultos, disfrutaremos de llevarnos algo sano y rico de regreso a casa.
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