Paseos y excursiones:
Termas naturales cerca de La Junta
Mónica Pons Eduardo EpifanioCon el agua termal cubriendo nuestro cuerpo, contemplamos el agreste entorno natural que nos rodea, en el que la mano del hombre casi no ha intervenido.
Llegamos al campo de la familia Berger a media mañana de un día soleado. El aire puro se nos metió por la nariz a raudales y marcaba el inicio de una jornada prometedora. Habíamos llegado a las termas de El Sauce y no tardamos en acercarnos a las piletas.
Estábamos sentados con nuestra espalda apoyada en unos tirantes de madera a modo de respaldo con casi todo el cuerpo sumergido en la pileta. El agua era cálida con una temperatura muy agradable. Sentimos una sensación de flotar, de levedad, y el deseo de no salir de allí.
Disfrutábamos del agua termal de excelentes propiedades en medio de una naturaleza incontaminada. A pesar de estar distante de los centros poblados, todo era placer.
Imaginamos entonces al dueño del campo observando ese fenómeno que emergía de las tierras tantas veces recorridas a pie o a caballo. Se habrá preguntado qué tipo de propiedades curativas tenía ese agua caliente que surgía del pozo.
Ahora, mucho tiempo después, éramos nosotros quienes observábamos desde dónde surgía el agua caliente. Con una fuerza extraordinaria, brota hacia el exterior de la tierra y parece no acabar jamás. Misteriosamente, un vapor surgía de un hueco por debajo de los árboles.
Un gran pozo recogía ese agua que surge a 80 grados sorprendiendo con su movimiento y el burbujeo en el fondo. Se une a un arroyo de agua fría, de montaña, para formar la pileta donde se toman los baños.
El entorno natural con césped muy cuidado, una hermosa arboleda y muchas flores le daban a nuestro baño un clima especial y de placer, necesarios para llegar al relax deseado.
No podemos hablar de un centro termal tradicional, pero sí de un pozo con características excepcionales. Ubicado en un predio agreste, está abierto al visitante de paso, con aviso previo a su dueño. Aun en horas nocturnas, a pesar de la falta de energía eléctrica.
A pocos metros, mediante una pasarela de madera con barandas, llegamos a una cabaña en la que había cambiadores, baños y duchas. Cerca de ella se extendía una zona de descanso con muchas sillas al aire libre o bajo techo para relajarse después del baño.
Las termas se nos presentaron como una terapia alternativa para lograr tranquilidad y equilibrio físico. Logramos lo deseado de forma natural, sin lujos y sin molestar a la naturaleza.
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