En el siglo XVI, los habitantes de estas tierras eran los indios llamados “collunche” o “coyunche”, que en lengua aborigen significa “habitante de tierras blandas”.
Cuando llegaron los españoles bautizaron rápidamente a este lugar “Isla de la Laja”, ya que este territorio arenoso se encuentra delimitado naturalmente por los ríos Laja y Bío-Bío, y se comenzó la construcción de gran cantidad de fuertes militares para sostener el posicionamiento del hombre blanco en la región. Recién en el siglo XVIII, el entonces Gobernador de Chile, don José Manso de Velasco, ordenó la fundación de la villa Los Ángeles.
Esto ocurrió el 20 de marzo de 1739 al mando del mayor Pedro de Córdova y Figueroa y su personal a cargo, quienes se encargaron de las primeras tareas, entre las que se destacan el posicionamiento de la plaza principal, el trazado de las calles y la delimitación de terrenos para las primeras construcciones e instituciones públicas, como la iglesia y lo que sería la municipalidad.
Si bien fue un lugar clave para la conquista española, estas tierras fueron durante mucho tiempo tierras de paso y recién iniciaron un auge agropecuario un siglo después. Pero es durante el siglo XX que la ciudad se transformó por el aumento poblacional en la capital de la región del Bío-Bío. Hoy, el desarrollo es evidente. El auge de las actividades ganaderas y agrícolas se ve materializado en la industria y la exportación. La actividad forestal es otro de los grandes tesoros de la zona.
Bernardo O’Higgins es su ciudadano más ilustre, se destacó como el primer alcalde en el año 1810. El 10 de enero de 1811 fue elegido por aclamación popular como diputado por La Laja (así se llamaba entonces esta provincia) para el Primer Congreso Nacional, institución clave desde donde comenzó a formarse el espíritu de independencia nacional.