En camino hacia la parte céntrica, cruzamos un puente sobre el río Pascua, que nace en un valle, acompaña la vida del pueblo y desagua en el mar. En su curso superior es un excelente pesquero.
Llegamos a la calle principal que lleva el nombre de Otto Uebel, uno de los pioneros del pueblo. Sobre ella están instalados la mayoría de los comercios, el cuartel de bomberos y la sede de los Carabineros. Nos llamaron la atención los buenos carteles hechos de madera con el nombre de las calles y el de los comercios. También los jardines muy adornados con flores y buen verde que son el distintivo de Puyhuapi. Algo muy agradable es sentir que todo el mundo se conoce y saluda de vereda a vereda.
Durante la conversación mantenida con Luisa, le preguntamos acerca de las fiestas que se realizan allí. Nos dijo: “A principios de febrero se festeja el aniversario de Puyuhuapi. Se hacen competencias de todo tipo, no solo deportivas, y participan grandes y chicos; son muy divertidas. La parte más formal es la elección de la reina”.
Como todo pueblo chico y alejado de las grandes poblaciones, tiene mucha vida propia a través de sus múltiples actividades comunitarias, los cuatro clubes de fútbol, una multicancha al aire libre y un gimnasio cerrado.
Lo confirmó Luisa cuando dijo: “Por suerte, tanto los mayores como la gente joven tienen un espíritu inquieto y a lo largo del año son muchas las fiestas, competencias y celebraciones que se organizan”.
Conocimos la única iglesia católica de la localidad, que es de madera pintada de azul con una hiedra que cubre sus paredes del frente. Tiene pocos años y es especialmente pintoresca.
Conocida internacionalmente, la fábrica de alfombras de la familia Hopperdietzel confeccionó excelentes piezas durante los últimos 60 años de forma manual. Nudo a nudo, con lana de oveja, teñido artesanal y mano de obra local, estableció en Puyuhuapi su taller de hilandería, la fábrica y su salón de ventas.
Otra vez en el punto por donde iniciamos el trayecto: la costa. Volvimos a dar una mirada desde lejos a ese pueblo de montaña con vida sencilla pero historias interesantes y sentimos que aún había mucho más para descubrir y que merece la pena volver a recorrerlo.