Allá por el año 1941 llegaron a la bahía dos barcos, uno de guerra y otro de pasajeros. Soldados y civiles se acercaron hasta la playa, donde ya estaban reunidos los habitantes del pueblo.
Todos lo que eran de origen alemán fueron llevados al barco para ser interrogados. Luego, supieron que desde la capital de Chile, Santiago, había llegado la orden de averiguar qué hacían los extranjeros en este confín del país.
Según transcendió posteriormente, se creía que los pobladores de Puyuhuapi abastecían submarinos alemanes con víveres, equipos de radio y armas. La realidad fue que antes de la guerra era común que recibieran mercadería y maquinaria de Alemania para el desenvolvimiento del pueblo.
El interrogatorio finalizó y todo quedó como una anécdota que, con el correr de los años, pasó a ser una leyenda. Algunos habitantes aún comentan que alguna vez esos submarinos estuvieron por la zona, dándolo como un hecho cierto.
A partir de esa creencia, se tejieron infinidad de fábulas que circulan entre los mayores del pueblo y que suponen que muchas situaciones personales o de la población estuvieron relacionadas con el submarino que aún surcaría las aguas del fiordo.