Su forma particular denotaba que no era cualquier vivienda. Su rebuscada arquitectura nos invitó a querer saber más sobre ella y en ese instante comprendimos que estábamos frente a La Chascona, la casa que el poeta Pablo Neruda construyó para su amante y luego tercera esposa, doña Matilde Urrutia. Nos alegramos al enterarnos de que en su interior se hacen visitas guiadas y sin dudar ingresamos a la curiosa construcción.
Su nombre -“La Chascona” - fue puesto por Neruda en alusión a la cabellera de quien fuera su amor secreto hasta el 1955. “Chascona” se utiliza como sinónimo de la palabra “despeinada” en este país. Lo cierto es que lejos de ser un lugar donde los peinados importen, la casa muestra el singular mundo donde vivió el notable Premio Nóbel de Literatura.
Su obsesión por el mar lo llevó a realizar una casa con forma de barco. Colmada de objetos únicos, que sólo Neruda podía utilizar, nos fue sorprendiendo a cada instante que transitábamos por el interior. Jarras y vasos de diferentes colores, ventanas, farolas, mascarones de proa, monedas de diferentes países, caracolas, pinturas de amigos reconocidos en el ambiente, pasadizos secretos a otras salas, un bar construido con madera de un barco francés, sillones confortables y su valiosa biblioteca son algunos de los elementos que forman parte de esta obra.
Su arquitecto fue Germán Rodríguez, quien ya había construido la casa de Neruda en Isla Negra. Y al igual que en aquella ocasión, La Chascona no fue la excepción para lograr ponerse de acuerdo con el escritor sobre su diseño y conformación. El resultado fue un hall al aire libre, donde diversas escaleras conducen al living, a sus comedores y habitaciones.
Por debajo de la casa, una cascada se encuentra entubada, pero la gente que cuida el lugar cuenta que al momento de su construcción la catarata caía estrepitosamente sobre el patio de la casa, mientras que su cuenca serpenteaba su lateral brindando la sensación de estar navegando. Nada mejor para Neruda, que se auto-denominaba un marinero del papel, por no poder navegar de verdad por los mareos que le ocasionaba.
En el lugar abundan flores de vistosos colores. Pronto pasamos por otra pasarela que nos condujo al estudio de Matilde, donde se encuentran un piano y otros elementos de la señora.
Es un sitio de ensueño. Una gran tranquilidad se percibe en el ambiente, la cual sin duda ha inspirado al poeta en distintos versos. Todas las casas de Neruda contienen el espíritu de su dueño. La Chascona no fue la excepción y la magia del escritor se percibe en cada detalle.
Supimos que la casa pasó por un gris momento en su historia. En el año 1973, días después del golpe militar que derrocó al presidente Allende y de que Neruda muriera en una clínica de Santiago, La Chascona fue uno de los blancos de la barbarie; fue saqueada y la acequia por donde corría el agua fue tapada, haciendo que el riacho desbordara e inundara toda la casa. A pesar de ello, Matilde veló los restos del poeta en la casa que compartieron y fue ella quien se encargó luego de restaurarla de a poco.
Finalmente, la Chascona resurgió y desde entonces funciona como casa-museo destinada a difundir la vida y obra de uno de los poetas más importantes de Chile, posibilitando el acceso a los ambientes íntimos en los que Neruda vivió, soñó, rió, lloró, pero, sobre todas las cosas, donde creó.
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Ubicación
Características
Duración2 horas
DificultadBaja
Tipo de tourVisita a museos
Extras
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Cómo llegarLa casa-museo La Chascona se encuentra en el barrio Bellavista, más precisamente en la calle Fernando Márquez de la Plata 0192, donde se forma el callejón.
HorarioDe 10.00 a 19.00 hs.