La llegada del invierno, que en nuestro hemisferio es el 21 de junio, coincide con el solsticio de invierno, punto del calendario en el cual la tiera se aleja más del sol. Es el día más corto del año y su noche la más larga. Para los mapuches, este fenómeno natural marca la finalización del período de cosecha y el principio de una nueva época de siembra.
Partiendo de una concepción cíclica del tiempo, el festejo tiene como protagonista al sol.
Según la religión mapuche, el sol nace con la llegada del invierno, se vuelve joven y adulto en primavera, envejece durante nuestro verano y comienza a morir en otoño, cuando los árboles pierden sus hojas, los animales cambian su pelaje y otros fenómenos alteran a la naturaleza, incluidos los hombres.
Cuando la ceremonia y los rezos acaban, regresan a su casa mientras tocan instrumentos ancestrales y entonan sus cantos. En algunas comunidades, se llevan a cabo juegos, bautismos y costumbres heredadas de sus mayores. Los festejos tienden a fortalecer sus creencias y el vínculo entre las familias.
Desde hace un tiempo, esta fecha del calendario mapuche se abre a chilenos y argentinos de raza blanca. La finalidad es compartir su filosofía de vida, afianzar los lazos y que los más jóvenes sientan orgullo por el origen de su abolengo.
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Para tener en cuentaEl pueblo originario más numeroso de la Patagonia chileno-argentina es el mapuche y sus integrantes están distribuidos a ambos lados de la cordillera de los Andes.