Nos acercamos a charlar con Adolfo Aravena, dueño y chef de Mesa del Mar, para saber algo de su trayectoria profesional. En pocas palabras nos expresó su satisfacción por haber descubierto desde joven su vocación por la cocina de manos de su familia. “Mi mayor aprendizaje lo hice con la práctica de muchos años de dedicación junto a las ollas y sartenes de los fogones.” Trabajó en establecimientos renombrados en Argentina y en Pucón, y recién en el 2004 se instaló junto a su esposa Jenny en el actual espacio en Villarrica.
Se puede decir que su cocina es de autor y que privilegia la frescura de los ingredientes y productos regionales que se cuecen en el mismo momento en que son solicitados. Como lo hiciera su madre, busca resaltar los sabores originales con el agregado de ajo, aceite de oliva, cochayuyo (alga), merken o alguna salsa simple en su justa medida, evitando cremas y salsa blanca. Los pescados y mariscos frescos llegan desde Valparaíso, Puerto Montt y especialmente de Mehuin, de acuerdo con la veda o pesca a lo largo del año.
Una excelente carta de vinos chilenos de primera línea permite acompañar los platos elegidos. Comimos con parsimonia y disfrutando de los sabores delicados de cada uno de ellos. Coronamos nuestra comida con un postre: helado combinado con papaya y flambeado con curazao, un crepe de manzana y una combinación fresca de melón con frutos rojos.
Despedimos el almuerzo con un bajativo mientras notamos cómo llegaban más comensales hasta colmar las instalaciones. Confirmamos lo que nos habían augurado: Mesa del Mar es un clásico de la buena gastronomía villarricense, a la vez sencillo e impecable.
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