Desde allí pasamos por el predio de la feria costumbrista Kui Kui, abierta de enero a marzo. Reúne gastronomía, artesanías, música y canto tradicional de la cultura mapuche en un amplio espacio al aire libre.
Recorrimos un camino interno de ripio hacia Río Plata hasta alcanzar un emprendimiento particular en la zona habitada por la agrupación Manuel Huaiquivil. Como parte de la ruta de turismo mapuche, la familia Esparza H-Colipi recibe en su casa con la posibilidad de realizar una estadía a su propia usanza. La familia armó dos rucas con las características originales, que sirven de dormitorio a los eventuales visitantes. Realizadas con paja nativa, con maderas de la zona (hualle o roble pellín, maqui, sauce), no tienen divisiones internas y guardan similitud con aquellas compartidas por todo el grupo familiar. El interior se mantiene fresco en verano y agradable en invierno.
Quienes se alojan participan de las costumbres de los dueños de casa, ya sea con alguna celebración junto al rehue, un tronco de árbol de la zona que consideran sagrado, o el fogón luego de la cena. En esos momentos aparecen las historias de vida y las comidas tradicionales, y se descubre la esencia de la naturaleza, única forma de quererla y protegerla.
Mucha gente, especialmente extranjeros, llegan hasta las rucas porque desean conocer este saber ancestral. Junto a los del lugar, realizan salidas de campo o juegan palín con los jóvenes de la comunidad. El juego se lleva a cabo sobre una cancha de césped o tierra, con palos hechos de ramas de árbol y una pelota de madera o plástico, con reglas similares al actual hockey.
Para quienes realizan el recorrido en bicicleta, la propuesta supone saber de antemano que hay cambios de altitud y fuertes pendientes. Para todos, significa una visión distinta a la que habitualmente se tiene en las grandes ciudades.
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