Paseos y excursiones:
Fiesta Costumbrista del Cordero
Mónica Pons Eduardo EpifanioA principios de febrero se comparte un día al aire libre al son de cuecas y valseados y el plato fuerte es la preparación de comidas a base de cordero.
Puerto Montt tiene infinidad de atractivos y por su cercanía con los parajes rurales ofrece un amplio calendario de celebraciones populares basadas en las tradiciones de cada agrupación. La Fiesta del Cordero de Río Chico lleva más de una década de vida sin decaer en entusiasmo.
Allí nos dirigimos luego de costear el mar y andar en nuestro auto por rutas internas con mucha vegetación y viejas construcciones de un pasado con historia. En cada lomada descubrimos iglesias, galpones y casas antiguas, vestigios de las primeras colonias alemanas en la zona.
Ubicamos el predio por el humo de las parrillas y las alegres canciones populares que se oían de lejos. Ya adentro, se percibía el aroma de las especialidades que se estaban cocinando en los puestos de comida. En las pulcras cocinerías, las mujeres apuraban sus enormes ollas y ofrecían un espacio con mesas amparadas del sol del mediodía.
Observando las pizarras, fuimos eligiendo entre las tradicionales empanadas de cordero o mariscos y cazuela de cordero y luche. “¿Qué es el luche?” “Un alga de mar sabrosa que se agrega a las comidas.” Los asadores estaban a cargo de los hombres, quienes sin apuro movían el mango de un espiedo para que el cordero se cociera lentamente. En un espacio central se ubicaba el enorme escenario, desde donde nos habían llegado los acordes musicales.
Improvisamos un picnic con nuestros trozos de cordero al palo, unos anticuchos y empanadas y hasta unos milcaos en un espacio muy cómodo debajo de unos árboles. Probamos una exquisita chicha casera recién preparada, para luego visitar los puestos de artesanías y dejar que los niños jugaran libremente.
Disfrutamos de la música mientras los presentes acompañaban los ritmos con sus manos y aceptaban la invitación al baile. Cuando se presentó el apreciado conjunto Amaneceres del Sur, el entusiasmo creció y todos se sumaron a los pies de cuecas, valseados y correteados.
Conversamos con uno de los organizadores, que se mostró dispuesto a revelar detalles de la manera de preparar el clásico cordero: “Antes de empalarlo, se lo debe adobar con una buena salmuera casera y se le agrega varias veces durante la cocción; poco fuego al comienzo y fuerte al final para dorarlo. Así durante tres horas, que el asador aprovecha para tomarse un vino con los amigos que llegaron para ayudarlo”.
Si bien la consigna era “hasta que las velas no ardan”, en nuestro caso emprendimos el regreso al final de la tarde. Agradecimos haber visto y descubierto esta jornada en que Río Chico se viste de fiesta y comparte su arraigo a las costumbres con sus visitantes.
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