Paseos y excursiones:
Volando entre volcanes
Mónica Pons Marcia AlbornozEl origen volcánico de la zona queda plasmado en el conjunto de cráteres que se observan desde el aire, a pesar de que son pocos los que están en actividad.
El deseo de mirar el mundo desde el cielo se aloja en cada uno de nosotros. En Puerto Varas dimos rienda suelta a nuestro anhelo cuando nos enteramos de que desde el aeródromo local se realizaban vuelos de bautismo.
“Podrán tener una idea más clara de los paisajes de este sector del sur de Chile, con bosques, lagos, estuarios, islas. Es una geografía donde convergen el nacimiento de los volcanes y la fuerza abrasiva del agua y el viento”, nos dijo el piloto Santiago Vidal poco antes de subir a la avioneta con el fin de sobrevolar los volcanes.
Nos ubicamos en un bimotor con capacidad para 5 a 7 pasajeros y, en cuanto todo estuvo listo, comenzó el carreteo. En unos segundos el aparato alzó su nariz y ya estábamos en vuelo. Al inicio, divisamos campos sembrados y el lago Llanquihue con toda claridad. Las ciudades de Puerto Varas, Frutillar y Ensenada pasaron por debajo de nosotros y, en seguida, Puerto Montt y el mar azul con sus embarcaciones y pescadores ganaron protagonismo. Fue fantástico observar cómo se recortaba el seno de Reloncaví, la isla de Chiloé y las desembocaduras de los ríos principales.
De más está decir que Santiago, mientras piloteaba la nave, nos relataba lo que veíamos; hicimos un esfuerzo por no olvidar ningún detalle, ningún nombre. Su dedo iba señalando los volcanes Calbuco y Yate, el cerro Puntiagudo, los lagos Chapo y Todos los Santos, Rupanco y los parques nacionales Alerce Andino y Pérez Rosales. Nos marcó el nacimiento del río Petrohué y hasta pudimos notar algunos de sus saltos de agua. Más lejos apreciamos el parque nacional Puyehue y, detrás de la frontera con Argentina, los cerros Tronador (con sus glaciares negros) y el Catedral. De golpe vimos una enorme mole blanca, inmensa, y reconocimos el volcán Lanín, que parecía controlar el espacio aéreo con su gran altitud.
Hubo otro momento para el asombro cuando nuestro anfitrión hizo virar el avión y encaramos el volcán Osorno. De color verde oscuro y negro, con su cumbre blanca y la nieve que se extiende como brazos a sus laterales, nos impactó por el volumen y la variación tonal. Fotos, fotos y más fotos fueron necesarias para dejar plasmado ese momento. Dimos un giro a su alrededor para apreciar cada detalle y quedamos hipnotizados por su magnetismo; ante nuestros comentarios, Santiago mostró su orgullo por un volcán que representa tan bien a esta zona de su país, Chile.
Minutos después aterrizábamos en Puerto Varas con la sensación de haber vivido un momento irrepetible. Agradecimos a Vidal por el paseo, sus explicaciones y, al saber que es uno de sus vuelos preferidos, sentimos una emoción enorme. Junto a él, disfrutamos lo mejor de la majestuosidad de los volcanes australes chilenos.
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