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Arquitectura colonial

A través de un circuito urbano es posible admirar los innumerables edificios que han quedado en pie desde la llegada de los inmigrantes alemanes y que permiten interpretar su cultura.

En un radio muy cercano a la plaza principal de Puerto Varas se encuentran emplazadas varias edificaciones que constituyen el patrimonio arquitectónico de la ciudad. Dan cuenta de la manera de vivir de los primeros colonos alemanes y chilenos llegados a las orillas del lago Llanquihue a mediados del siglo XIX.

Aquellos primeros años no era siquiera una aldea, ya que los habitantes se hallaban dispersos y sin posibilidades de intercambio comunicacional. Sin embargo, gracias a su tesón y esfuerzo, esos asentamientos fueron creciendo y desarrollándose con los pocos medios con que contaban.

Las casas se construían en su totalidad con madera de alerce, ya que tenían fácil acceso a los bosques vírgenes de principios del siglo XX; esa especie hoy se encuentra protegida. Los colonos contaban con herramientas que habían traído con ellos desde Europa.

Sobre la costanera Vicente Pérez Rosales se muestra altiva la iglesia luterana, que fuera construida en 1923 con techo a dos aguas y una torre central que remata en un tambor octogonal y chapitel de ocho mantos. Aún hoy es lugar de culto de una numerosa comunidad.

En un lugar alto se encuentra la iglesia católica del Sagrado Corazón de Jesús, ícono arquitectónico de la ciudad desde 1918. Su estilo pertenece al período romántico, con líneas verticales que responden a una fisonomía de tipo gótica. Su estructura y cubierta interiores son de madera mientras que el recubrimiento exterior es de chapa acanalada.

Subiendo la loma que lleva al cerro Phillipi se encuentra la majestuosa casa Kuschel, que fue edificada en 1915. Cuenta con dos plantas y un subsuelo y su estructura es un entramado de roble con muros de tablones en horizontal y zócalos de piedra. Remata en varios techos y una cúpula metálica muy original y muestra el poderío económico de la época.

La Casa Yunge, sobre la calle San Ignacio, es de 1932. Tiene dos plantas y tiene como característica un mirador central sobre la puerta de acceso y un balcón que mira hacia la ciudad. Los ornamentos de los aleros son de reminiscencias neogóticas, cultura que acompañó el asentamiento de los distintos pueblos de la costa del lago Llanquihue.

Otra casa característica de inicios del siglo XX es la Gotschlich, con muros y cubiertas revestidos de tejuela de alerce, material noble y que acompaña gran parte de la construcción de esa época.

Seguimos nuestro recorrido y encontramos otro edificio sobre la estación Arturo Prat en calle la Nuestra Señora del Carmen y la calle Miraflores. Para muchos es una de las más características de la arquitectura alemana, pero en realidad cada calle de la ciudad guarda ejemplos de lo que se solía construir en los inicios.

Todas ellas tienen una arquitectura elogiable, de líneas puras y ricos materiales que han demostrado que su buena construcción original les permite seguir en pie y habitadas hasta el presente.

La huella que dejara la colonización alemana en su espléndida arquitectura es solo una de las razones para que este hermoso pueblo turístico del sur chileno sea elegido como uno de los más visitados en la actualidad.

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