Paseos y excursiones:
Cuando el río anda a los saltos
Mónica Pons Jorge GonzálezEl follaje siempre verde, las cascadas que se suceden unas a otras y el perfume del ambiente se apoderan de cada uno de los sentidos del que los visita.
Uno de los clásicos circuitos turísticos cercanos a Puerto Varas conduce hasta el Parque Nacional Pérez Rosales y su río Petrohue, famoso por sus saltos de agua de un sonido fuerte y armonioso.
Salimos en nuestro automóvil desde Puerto Varas y rodeamos el lago Llanquihue hacia Ensenada por la ruta asfaltada. Aprovechamos para ir parando en alguna de sus playas, como Niklitscheck y Hermosa, una más bonita que la anterior. A los 16 kilómetros pasamos un puente y hacia la derecha localizamos un lugar donde se pueden alquilar botes y canoas y se accede a La Poza, un ojo de agua en plena selva que, además, tiene la isla Loreley en su interior.
Unos kilómetros más adelante pasamos frente a la playa Venado, conocida por su arena fina; más adelante cruzamos el río Pescado, donde los amantes de la pesca del salmón y las truchas se deleitaban con esa práctica. Nos detuvimos a fotografiarnos delante de una capilla realizada con tejuelas de alerce y, muy cerca, un molino de agua que se usara antiguamente para moler trigo.
Lentamente, al dejar atrás la ciudad, nos preparamos para ingresar en un ámbito más verde y disfrutar de la selva valdiviana. Cuando finalmente enfrentamos los saltos, nos quedamos un rato largo embelesados por ese rugido de agua que parecía no acabarse jamás. La cascada está formada por varios escalones de rocas basálticas provenientes del volcán Osorno, que llevan las aguas del lago Todos los Santos hacia el río Petrohue. A su alrededor, una vegetación muy profusa sirve de marco a la corriente de agua que acentúa su caudal en tiempos de lluvia. El espectáculo es fantástico y bien valen los kilómetros recorridos para llegar a un punto tan atractivo de este sector chileno.
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