Un amplio viraje de la nave nos dirigió nuevamente hacia el sur y enfrentamos otro escenario: el gran mar. Santiago nos habló de las salmoneras, sus barcos gigantes y las fábricas de “pellet” como alimento de los salmones, un mundo que desconocíamos y que nos pareció muy interesante.
Tuvimos en primer plano el ingreso a Chiloé, con sus bordes costeros agrestes, sus reservas naturales verdes y su archipiélago. Avistamos las ciudades de Ancud, Dalcahue y Castro, esta vez desde el aire. Sus poblaciones costeras se dedican a la pesca por lo que, mediante sus embarcaciones pequeñas, la industria de los productos de mar se acrecienta.
El viaje no terminó allí, ya que Santiago encaró hacia Quellón, la comuna más austral de la isla. Mientras volábamos, nuestro piloto nos hizo conocer la historia de la aviación isleña. En un pasado no tan lejano Chiloé no contaba con caminos y la única forma de comunicación con el continente era por mar. Ante las emergencias sanitarias o incendios forestales se optaba por utilizar aviones civiles pequeños en vuelos financiados por el gobierno central. Así nacieron los aeroclubes y se formaron los pilotos profesionales, cuya excelencia hoy nadie discute.
A la altura del parque nacional Chiloé la avioneta nos proporcionó un movimiento no previsto que nos hizo agarrar fuerte del asiento. Santiago nos tranquilizó y nos explicó cómo funcionan los cambios de altitud debido a temperaturas y vientos imperantes. Seguimos contemplando ese pulmón verde y, un poco más adelante, varios lagos y la costa sur de la isla.
Quellón fue la última población importante que vimos desde el avión. La feria fluvial y costanera con sus puestos y barcos coloridos nos ayudaron a imaginar su vida diaria. Luego, como si diéramos vuelta el mapa, encaramos hacia Castro nuevamente.
Antes de aterrizar, admiramos los palafitos, la plaza principal con su iglesia imponente y todo nos pareció más lindo que antes de salir. Cuando tocamos tierra habían transcurrido solo dos horas pero nos parecieron más por todo lo experimentado. Agradecimos a Santiago su compañía y todo lo aprendido y nos despedimos hasta siempre.
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Para tener en cuentaDesde el aeródromo de Castro parten distintos vuelos turísticos hacia los atractivos que posee la zona. Entre ellos se destacan la misma ciudad de Castro, las islas Lemuy, Punta Detif, Quehui y Chelín, Quinchao, Achao, Curaco de Velez, el canal Dalcahue, la península de Rilán y Putemún. Otro de los atractivos aéreos es volar directamente por encima de los fiordos chilenos, del océano Pacífico y del parque nacional Chiloé. En nuestro caso, el vuelo nos permitió tener un panorama general de cada uno de estos sitios, lo cual resultó excelente.