La ciudad de
Iquique, que en lengua originaria significa "donde duermen las aves y los lobos", es la capital de la I Región.
Pertenecía a Perú antes de la Guerra del Pacifico. Fue el 23 de noviembre de 1879 cuando el ejército chileno logró conquistarla y desde ese momento la ciudad, que comenzó a embellecerse por el éxito de la explotación salitrera y la pesca comercial, no dejó de crecer.
Hoy, no sólo es la ciudad más grande e importante del norte de Chile, sino también una de las más bellas del país. Se encuentra a 1.760 kilómetros de
Santiago de Chile y a 2.776 de la ciudad de
Puerto Montt.
La decisión política de convertir a Iquique en Zona Franca (hoy allí funciona la renombrada
"Zofri") le otorgó un crecimiento económico que impulsó la creación de industrias acordes a las nuevas necesidades de la ciudad. Sólo quedaba mirar al mar.
En la ciudad se destacan sus hermosas playas. Sobresalen Playa Cavancha, que es la más popular de todas por sus cálidas aguas y palmeras, y Playa Brava, una de las más concurridas de la ciudad.
Para comenzar un city tour no existe mejor punto de partida que la plaza Arturo Pratt, en el centro de la ciudad. Con su Torre del Reloj, la cual es ícono de Iquique, esta bella plaza pública nos muestra, junto al teatro municipal y a la
calle Baquedano, la arquitectura más antigua y bella de la ciudad. Al caminar por esta calle nos encontrarnos con el Museo Regional Anker Nielsen, el cual nos permite viajar a la historia del salitre en toda la región.
Bajando hacia el mar,
el barrio histórico, que se encuentra en las inmediaciones del puerto, se destaca por su muelle techado y por los paseos turísticos que desde allí nos acercan hasta el lugar preciso donde se hundió la corbeta chilena Esmeralda, durante la Guerra del Pacífico (1879-1890). A metros de allí se encuentran el Museo Naval, el ex edificio de la Aduana y la iglesia catedral, además del mercado portuario, donde es posible degustar los más frescos pescados y mariscos.
El cerro Dragón, una duna de arena de varios kilómetros de largo, se encarga de custodiar desde lo alto la belleza de la ciudad y sirve a parapentistas y aladeltistas de todo el mundo para tomar altura para volar por la majestuosidad de estos cielos.
La diversión nocturna también existe. Allí, sobre la costanera, el casino de Iquique nos ofrece tanto juegos de azar como espectáculos que se repiten a lo largo de
pubs, restaurantes y boliches bailables de esta bella y pujante ciudad, que simplemente lo tiene todo.